Betina muñeca
metal sonora.
Destellante y colorida
carga energética
hierve y elonga
sangre evaporada
se estanca en su sombra.
Enemigo místico
envidia alentadora
Insurge su espuma rabiosa.
Catástrofe explayada,
sugestión… y libido.
Mi objetivo es ponerme un poco más seria con lo que me gusta y sé que me hace bien. Quiero compartir algunas cosas que escribí, soy muy tímida y nunca –o muy pocas veces– mostré lo que escribo. Tengo muchas palabras revoloteando en mi cabeza, en cuadernos, papelitos, notas en el celular y archivos en la computadora. Mi idea es retomar todo eso, ver que sirve, darle forma y descubrir mi estilo en el proceso de devolverle la vida a lo que maté escondiendo en un cajón que nunca muestro ni reviso.
Luego de una intensa tormenta, el gran bosque ahora se encuentra calmo, se escuchan los pájaros, sonidos de hojas moviéndose por el viento...
Nos dominaron. Eran mejores, por eso les teníamos miedo.
No recuerdo la historia que me contó mi abuelo, ya pasó mucho tiempo.
No soy el único exiliado, somos varios: algunos rebeldes y otros como yo, defectuosos.
Una vez que nos echan es difícil volver.
Crearon un dispositivo de comunicación, nunca nos odiaron, intentan enseñarnos, nos educan para que también podamos sobrevivir. Aunque siguen siendo insectos, animales, al débil lo echan para no perjudicar al resto. Por suerte ya no nos matan.
En la época de mi abuelo fue más una venganza. Cuando los humanos tenían el poder, o creían que lo tenían, se desquitaban cruelmente con quienes ahora son nuestras salvadoras, nuestras diosas.
Detesto ser defectuoso, no poder cumplir con el linaje familiar, mi familia es respetada, pero no se hacen excepciones. Las cucarachas no se humanizan, nosotros nos cucaracheamos. Es así como vamos a sobrevivir.
Nadie mira, nadie escucha. Estoy sola con la profundidad de mis pensamientos que se dispersan como ramas de un árbol seco. Hay pocas hojas, ya nada florece, pero es otoño.
Una gallina me acompaña. Hay vida, o se seca todo y no queda nada, o el árbol empieza a florecer.
Se escucha ruido, algo se acerca.
La gallina, que antes me ignoraba completamente, comienza a fijar su mirada en mí. Está inmóvil, esperando, sabe algo que yo desconozco.
No sé si la niebla está aumentando o si mis ojos se secan por haberme quedado fija mirándola a los ojos, pero cada vez veo menos y está todo borroso.
Escucho un crujido detrás mío. Me doy vuelta pero todo se ve igual: blanco. Desesperada busco con la mirada a la gallina, intento llamarla pero la voz no me sale. Recuerdo el árbol, intento buscarlo con las manos para poder trepar y buscar desde arriba.
Luego de una intensa tormenta, el gran bosque ahora se encuentra calmo, se escuchan los pájaros, sonidos de hojas moviéndose por el viento. El cielo sigue nublado, pero de a poco, el sol comienza a asomarse iluminando un pequeño sector del bosque. En las grandes raíces de un árbol está sentada una mujer atragantándose con sus propias lágrimas y abrazándose para contenerse del frío.
MUJER (Espantando con sus manos los insectos que se le acercan)
¡Basta! ¡La puta madre! ¡Me tienen harta! ¡Déjenme en paz! (Esconde la cabeza entre sus rodillas mientras sigue llorando)
Aparece una nena cerca de ella que lleva un piloto y botas de lluvia, llenos de barro.
NENA
¿Por qué lloras?
MUJER (Con esfuerzo)
Porque estoy perdida, tengo frío, no puedo llamar a nadie.
NENA
Y bueno, vení a jugar conmigo. Toma, (Saca del bolsillo de su piloto un montón de lombrices llenas de barro) Ay me equivoqué, teneme. (Le acerca las lombrices, la mujer se aleja con asco) No hacen nada, tranquila. (La mujer confundida las acepta mientras la nena revisa su otro bolsillo, finalmente saca un pañuelo descartable y se lo cambia por las lombrices) Toma, secáte asi jugamos.
MUJER (Se limpia las lágrimas y se suena los mocos.)
¿Con quién estás vos?
La nena se encoge de hombros
NENA
Dale, vení, hay un montón de cosas divertidas acá. ¡Vamos! (Empieza a correr dando saltitos, pero se resbala con el barro y se cae, la mujer corre detrás de ella con cuidado para ayudarla.)
MUJER
¿Estás bien? ¿Te lastimaste?
NENA (Comienza a reírse a carcajadas, todavía tirada sobre el barro)
¡Yupi! ¡Eso fue genial! (Poniendo énfasis en la última palabra y estirando los brazos hacia arriba, luego se sienta en su lugar y empieza a revolver el barro con sus manos seriamente)
MUJER
¡Te estás ensuciando toda! Vení, nos tenemos que ir de acá. (Mira hacia los costados y empieza a mover las manos para alejar a los mosquitos)
NENA
¡Wow! Mirala es muy chiquitita (Señala una lombriz) Aw es un bebé… (Mete la mano en el bolsillo y deja a las lombrices que llevaba con la pequeña) Sean amiguitas…
MUJER
¡Vámonos! Es horrible este lugar, acompáñame a buscar ayuda. (La agarra del brazo y la levanta)
NENA
¡Ay! (Se escucha un ruido entre las hojas y salta a los brazos de la mujer, ambas asustadas se quedan quietas. Una gota de un árbol cae en la frente de la nena) ¡Aah!
MUJER (Alterada)
¡¿Qué pasa?!
NENA (Se toca la frente y comienza a reírse)
¡Tenés miedo! Tenés miedo. (Con burla)
MUJER
¡Y vos también! Si saltaste encima mío recién. (Se vuelve a escuchar el ruido pero menos brusco)
NENA (Se baja de la mujer y camina hacia el ruido)
¿Quién está ahí?
MUJER
Pará, vení. (La intenta agarrar pero ella se escapa)
NENA (Revisando entre las hojas)
Pobre… Es un pajarito.
MUJER (Preocupada se acerca, al ver al pajarito lastimado en el piso pone cara de pena y mira hacia arriba, se acerca cautelosamente al pichoncito e intenta agarrarlo) Shh, tranquilo chiquitín, no te voy a hacer nada, te quiero ayudar. (Logra alzarlo y lo revisa, la niña la mira fascinada, vuelve a mirar hacia arriba) Bueno, chiquita, me vas a tener que ayudar, si? (La nena asiente emocionada, la mujer le entrega el pichoncito) Con cuidado, eh. Te voy a alzar y vos apoyalo despacito en el nido. (La mujer acerca a la nena al nido y deja el pajarito exitosamente, la vuelve a bajar)
NENA
(Abraza a la mujer) Al final sos buena vos.
MUJER
¿Cómo que al final?
NENA
Antes eras mas mala, aburrida.
MUJER
Lo que pasa es que estoy preocupada, ¿No te molesta a vos estar perdida aca?
NENA
Pero si es re divertido, hay un montón de cosas para hacer.
MUJER (Se ríe)
¿Cómo qué?
NENA
Buscar bichitos en el barro, ver los animalitos, las hojas, correr, saltar… salvar pajaritos, estuvo buenisimo eso, o no?
MUJER
Si, si. Pero hay que volver a casa, tengo que hacer cosas.
NENA
Volviste a ser aburrida…
MUJER
No soy aburrida, simplemente no quiero estar acá afuera sola con frío sin nada que comer.
NENA
Estoy yo.
MUJER
¿Qué querés? ¿Que sea caníbal?
NENA (Pone cara de confusión)
Bueno, aburrida no. Triste, estabas llorando.
MUJER
No sé si era tristeza.
NENA
¿Enojo? También gritabas palabras malas…
MUJER
No sé. Era todo. Angustia de estar acá, no saber volver, y sobre todo (Pausa) Estar tanto tiempo sola con mi mente, esos pensamientos que me siguen a donde sea que vaya pero que apago con distracciones, pase tanto tiempo postergando saber qué hacer con todo lo que siento que ya no sé ni quién soy. La máscara que a veces usaba para esconder mis sentimientos se convirtió en mi vida… Ya no se que hacer, ¿Me tomo un tiempo para mí? ¿Sigo como si nada? ¿Dejo todo y arranco de nuevo? Cada parte de mi cuerpo me dice algo distinto y no se como seguir.
NENA
Pero, ¿Qué pasó? ¿Por qué estabas triste?
MUJER
Nada… Todo… Todo. Cada cosa mínima que alguna vez me hizo sentir mal la escondí, cada vez que estuve vulnerable me lo guardaba solo para mí, después empecé a ocultar hasta lo que me hacía feliz. Acumulé absolutamente todo, y ni siquiera sé por qué… (Se detiene y mira al suelo, cierra los ojos y se muerde los labios aguantando el llanto. La nena se acerca despacio y la abraza, la mujer tarda en responder pero termina sentándose en el barro para devolver el abrazo, esta vez dejando salir todas las lágrimas)
NENA (Imitándola)
¡Te estás ensuciando toda! (Ambas sonríen) ¿Estás bien?
MUJER
Si, si. Necesitaba descargarme, gracias.
NENA
¡Ahora a jugar! (Riéndose se para toca el hombro de la mujer manchando su campera y empieza a correr.) Mancha barrosa!
MUJER
Que hija de… (Se para y empieza a perseguirla.)
(Ambas se alejan riendo y corriendo entrelazadas, se abrazan y revuelcan en el piso. Finalmente queda una sola, la mujer con los brazos extendidos dando vueltas mirando al cielo sonriente.)